jueves, 29 de octubre de 2015

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE SASHA /

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE SASHA / Freddy Jofre

Los milagros también están sujetos a un lugar
y un tiempo determinado.
Y quisiera explicarlo. Hoy por hoy
convertir el agua en vino / caminar sobre un océano,
no suponen ninguna novedad y les dejamos pasar, con abulia,
a ese infame relicario de obsoletas amarguras.
Porque la modernidad, generosa, nos ha dado multitudes de deidades,
y además, seculares variaciones del milagro.

Y entre estos tú, talud y cuerpo; migración de grullas.

¿Porque no es acaso un milagro congregar,
en tu nombre, a una multitud de hombres que no te han visto nunca
—y que no se reconocen entre ellos—,
para fecundar, en la ira, estos salmos a tus pechos desvaídos
y además humedecidos por retamas de sudor y agreste escarcha?
                                
                                 *   *   *
Tu geometría, dislocándote a horcajadas,
nos escupe antimateria y entropía, campanario hecho con cráneos,
y comienzo a comprender, asombrado,
que tus brazos se acomodan como piernas y ataúdes,
las clavijas de un violín hecho de acacia.
Espigas disgregadas en el epitafio de un coito pandemónico;
porque tus ojos son un lúgubre soneto salpicados por la esperma
que es el légamo del vientre en donde pares y te tragas y te escupes.

Comienzo a inquietarme: ahora eres un pulpo, una hiena,
el conjuro de una bruja vuelto moscas arrojándose a un cadáver.
La destrucción, mortuorio heraldo del Apocalipsis,
encuba sus insignias en la lumbre de esta noche: la pantalla.
Y te vuelvo a sospechar, fornicando —con la piel hecha hojarascas—,
sobre el brío catatónico de bestias insolentes. Tautológico agujero tu vagina,
leños viejos calcinados por las grietas de un orgasmo.

…Otra vez la madrugada, y tu piélago irritado.

Una ocasión, tan solo una, en la que te posea, desnuda y perspicaz,
sobre el colchón de mis anatemas desflorados y asfixiados,
siendo henchida por la niebla y el rocío, paladar de la mañana,
boca húmeda por el temporal: el recalcitrante biombo azul de la madrugada.

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